El descubrimiento de un nuevo mundo

Podrás vivir la experiencia del mar durante años, paseando por sus playas blancas, nadando en su superficie o realizando todos los deportes que nos permite practicar. Sin embargo, ¿podemos decir que lo conocemos si nunca hemos visto la riqueza y vida que el mundo marino esconde en sus profundidades?
Este pensamiento comenzó a rondar en mi mente desde aquel día, cuando entré en contacto por primera vez con una nueva y fascinante realidad, la del buceo.
Casi por casualidad, gracias a una experiencia de prácticas en Orcasub Formentera, tuve la oportunidad de realizar mi primera inmersión, el llamado “bautismo de mar”.
No tenía idea de qué esperar. Para mí, una chica de montaña que no había visto el mar durante 5 años, el buceo era algo que sólo había visto en “Atrapada en el fondo del mar” con Jessica Alba. Nunca me había planteado si quería probarlo o si podría interesarme o no, y quizá eso contribuyó aún más a mi asombro una vez bajo el agua.
En la mañana de la inmersión, una vez que subí al Land Rover azul metalizado, me encontré hablando con las otras personas que bucearían ese día. Recuerdo el entusiasmo de todos al contar sus experiencias submarinas anteriores. Para ser honesto, en ese momento pensé que toda esa pasión en las historias era casi forzada, como para mistificar sus hechos… Ah, qué equivocado estaba.
El mundo del buceo está hecho de comprensión, ayuda, humildad, generosidad y mucha curiosidad. Siempre puedes contar con tus compañeros de buceo incluso si es la primera vez que hablas con ellos. Nadie quiere sentirse mejor que los demás y todos están dispuestos a ayudar incluso con las más pequeñas dificultades.
Es como si, inmerso en la realidad de un mundo que no nos pertenece y del que sólo somos espectadores, el alma humana redescubriera su genuinidad y desapareciera ese sentido de egoísmo y de apariencia que nos cosen las reglas del comportamiento social.
Una vez en el muelle, todos trabajamos duro para llevar las distintas
bolsas de buceo al barco y luego partimos hacia el lugar donde se
realizaría la inmersión. Durante el trayecto, como es habitual, todos
los buceadores prepararon sus equipos de buceo y yo les observé con
curiosidad como realizaban los distintos pasos con extrema calma y
seguridad.
Una vez echado el ancla y colocados los equipos de buceo, los buzos
certificados, uno a uno, descendieron al agua con el clásico back flip
para luego sumergirse en un mar verde esmeralda.
Yo en cambio permanecí en el barco con Fabio, el instructor que me guió en este bautismo, quien con paciencia me explicó las reglas básicas para bucear con total seguridad y tranquilidad y luego me ayudó a ponerme el equipo de buceo y a meterme en el agua. Permanecimos en la superficie unos minutos, respirando a través de mi regulador, para acostumbrarme a esta nueva sensación y sentirme cómodo con el equipo y el entorno que me rodeaba.
Después de eso descendimos lentamente a lo largo de la línea del ancla hasta que alcanzamos una profundidad de 2 metros y allí todo se convirtió en algo increíblemente fácil y divertido. Debo admitir que pensé que me sentiría más incómodo en un entorno que me era totalmente desconocido. Más aún, admiro la capacidad de Fabio y el resto de instructores de Orcasub Formentera en conseguir transmitir tranquilidad y seguridad a las personas que se acercan por primera vez a este deporte.
Praderas de posidonia y algas flotaban como movidas por la brisa, peces de diversas formas y tamaños nadaban pacíficamente en su entorno natural. Los pulpos se escondían en las grietas de las rocas y las estrellas de mar yacían pacíficamente entre la flora marina. Un espectáculo surrealista, como ser parte de un documental de televisión, inmerso en una atmósfera de paz armoniosa que sólo el sonido de tu respiración mantiene tus pensamientos atados a la realidad.
Gracias a la máscara y al regulador descubrí un mundo con sus ritmos y hábitos, sus colores y formas. Un mundo en el que querrías seguir inmerso para siempre...y gracias de nuevo a Orcasub Formentera por animarme a descubrir un deporte basado en valores sanos de sencillez y compañerismo.